martes, 27 de diciembre de 2011

Juguetes, libros y magos

Cuando yo era pequeña (quizás demasiado), en mi casa se estableció una nueva norma acerca de los Reyes Magos, en la carta no podían pedirse juguetes. Eso no siempre era algo fácil de explicar a los demás niños, me acuerdo que una vez, quien todavía hoy es mi amigo me preguntó si entonces sólo podía pedir ropa.
No, entre lo que sí se podía había ropa, juegos de mesa, cosas útiles, material escolar... pero no había muñecas, videoconsolas, ni demás cosas que los otros niños si pedían.
Como joven e inocente criatura que era, no recuerdo haberme planteado nunca por qué si los Reyes eran Magos yo no podía tener una Gameboy, los Coccolottis o uno de aquellos perros robot en vez de una papelera de los 101 dálmatas o el Palé del Euro (un Monopoly de imitación para familiarizarse con la nueva moneda). Un año incluso tuve una especie de consola cutre de sabeco con la que podías jugar a los marcianitos.
A veces pienso que esto es lo que me ha llevado a hacer cosas como comprarme un tamagotchi con una ilusión desmesurada hará como un año y medio ante la atónita mirada de mis amigas.

Quizás por todo lo que os estoy contando recuerdo perfectamente como uno de esos años, de camino hacia el cole, mi madre nos paró, a mi hermano y a mí, enfrente de una librería, y enseñándonos tres libros entre todo aquel escaparate lleno de espumillón, nos comentó que aquel año, si nosotros queríamos, habían pensado que en la carta podíamos pedir uno de aquellos libros. Entre eso o la posibilidad de cualquier otra "cosa útil", yo creo que ambos aceptamos sin dudarlo.
Así es como esas Navidades tuve la suerte de que los Reyes me trajeran Harry Potter y la piedra filosofal, y digo suerte además porque el de mi hermano era la cámara secreta, y empezar a leer una serie por la segunda parte no suele ser buena idea. Con todo, como para aquel entonces yo ya era una lectora voraz, disfruté con aquel primer año en Hogwarts, conociendo a Ron, Hermione y Dumbledore (estupefacta cuando mi hermano me habló de él como dámbeldor y no dumbledore, así, tal cual), devoré también aquella segunda parte, y compramos el tercer libro que aquella mañana habíamos visto en el escaparate, el prisionero de Azkaban.
Para cuando llegó el boom con el lanzamiento de el cáliz de fuego ya había pasado casi un año, y con el apoyo económico de la abuela seguimos con la aventura, compramos los siguientes dos libros como pudimos, con dinero ahorrado en cumpleaños, juntando pagas, aceptando donativos de tíos y retíos... y lo leímos de todas las maneras posibles, uno después del otro, los dos a la vez porque la intriga nos podía, a oscuras y con linterna o en los cinco minutos antes de ir al cole, todo valía. Y cuando por fin salió a la venta las reliquias de la muerte, ocho años después de iniciar la aventura, se juntó la falta de dinero, y después el olvido, y la dejadez, y el libro se quedó en la lista de pendientes durante mucho tiempo.
A lo largo de aquellos 6 libros yo había crecido, y aunque paré antes de llegar al metro setenta, muchas cosas cambiaron, y por supuesto, muchos más libros pasaron por mis manos. Yo era una niña lectora de las de caso aparte, con Kika Superbruja creé una red de intercambio de libros con una compañera que iban a temblar los narcos colombianos, me hacía la buena con una amiga de mi madre de esas que venden enciclopedias pero siempre llevan algo para los niños (así entiendo porque tenemos en casa enciclopedias sobre historia del arte cuando nadie se ha dedicado a eso nunca), pedía a los profesores los libros que teníamos en la "biblioteca" de clase para leerlos en casa... todo eso, hasta que descubrí la biblioteca.
La biblioteca era una especie de paraíso para mí, las miles y miles de páginas, a las que con sólo un carnet que encima era gratis, podía tener acceso. Durante muchísimo tiempo, el único libro que devolví con retraso fue Platero y yo.
Tiempo después, una serie de condiciones fueron alejándome de la biblioteca, y aunque todavía voy a veces (y siempre que voy, pico, y nunca con uno sólo), ya no soy la usuaria premium de antes.
Eso tampoco significa que haya dejado la lectura, ni mucho menos, puede que no sea la lectora voraz que a veces he sido (ya os he dicho que lo mío era de estudio, yo he dejado que se queme la cena porque el capítulo estaba muy interesante y entre vuelta y vuelta había un tiempo precioso, o he terminado haciendo los deberes con una linterna debajo de la cama por pasarme la tarde en la terraza leyendo, o he madrugado para terminarme un libro de 300 páginas que había empezado el día anterior); puede que ese ansia cada vez me ataque menos, aunque a veces la eche en falta, pero he ido descubriendo otros placeres, como el de leer despacito por miedo a que se acabe una joya fina y delicada como La soledad de los números primos, el de disfrutar de un libro de aventuras como La isla del tesoro aunque ya "estuviese mayor", o llegar a decepcionarme ligeramente al leer un libro que había buscado durante tantísimo tiempo, para luego descubrir que lo que yo quería era el nombre y no El laberinto de la rosa.
Igual por todo esto que os he contado, cuando, hace un par de días, mientras yo hablaba apoyada en el quicio de la puerta, mi madre en un alarde de desastroso disimulo dejó caer los regalos junto al árbol, yo supe que aquel "plof" había sido un libro, un libro que aunque al principio no terminó de agradarme porque era distinto al resto de la colección, ahora he comprendido que tenía que ser así, no porque ya en ninguna librería tuviesen el clásico, el que hubiese podido comprar hace 4 años, sino porque este Harry Potter y las reliquias de la muerte, llega tarde pero a tiempo, llega para que los que ya no son esos niños lo lean pero disfruten como tales del final de la aventura, llega a una casa diferente, pero en la que quizás las cosas no han cambiado tanto, y me gusta.

viernes, 25 de noviembre de 2011

No es tiempo de rosas

No consiguió superar los cambios, quizás fue la presión, quizás la incesante y tranquila lluvia que lo arrastra todo, puede que el hecho de haber sido arrancada del lugar dónde hoy debería estar.

No consiguió superar los cambios y ahora, en lugar de brillar bajo su nueva luz, en vez de abrirse y llenar de color la habitación, inundarlo todo con su olor, se ha ido marchitando, llenándose de oscuridad y arrugas.

No consiguió superar los cambios, o quizá le faltaba una aspirina efervescente.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Políglota

Una tuvo la suerte de nacer en una ciudad que no existe y en la que la gente consigue entenderse (casi siempre) utilizando un sólo idioma.
Pues resulta que una, que además de todo es temeraria, decidió en algún momento que irse a estudiar en un idioma que no era el suyo, rodeada de gente que por inercia se comunica en otra lengua que no conoce, y tener que dar clases de otro más, que por supuesto no era el materno, era una idea estupenda. Bueno, de hecho no lo decidió, ni siquiera se le pasó por la cabeza más allá del primer idioma...
Y lo más gracioso de todo es que a la que le cuesta hacerse entender a veces es a una, que en su lengua "materna" incluye demasiadas influencias: una abuela castellana que se fue a vivir al norte para cambiar al sur y terminar conociendo al este a quién la llevaría al lugar en el que la criaron un padre que llegó a ser bilingüe pero con acento andaluz y una madre del terreno con el pack de expresiones típicas.
Y luego el aragonés, ese idioma que tan difícil es de explicar que no es un idioma, sino muchos dialectos, uno en cada uno de los pueblos en los que se habla, que no son todos, sino sólo algunos, pero que en casi todos a quedado un rescoldo en forma de expresiones y palabros del tipo 'concararse', indizcador' 'romancero' o 'estozolarse' con los que una se queda solísima cuando habla.
Y aún con todo una se las apaña para sobrevivir políglotamente.

jueves, 17 de noviembre de 2011

A 3 días

Nunca hablo de política. Quizás es una herencia familiar, recuerdo cómo de pequeña habré oído tantas veces un "niña, tú no digas de cuál eres" de mi abuelo, aunque supongo que muy efectivo no era, mayormente porque yo no tenía ni la menor idea de "de cuál era".
A veces pienso si este mundo será tan malo como para tener que andarse con cuidado en estas cosas, otras, me conformo pensando que simplemente es la rutina que ha quedado en aquellos que vivieron otros tiempos.
El caso es que nunca me había sido demasiado difícil evitar el tema, más que nada, porque yo nunca había pintado nada en él, ni voz ni voto, nunca mejor dicho.
Y ahora que me quedan tres días para estrenar democracia sigo como cuando niña, que no sé "de cuál soy" porque me niego a ser de nada y porque por suerte, tuve grandes profesores de filosofía que me enseñaron lógica, y aunque la pre-campaña pase, desde mi burbuja no se ve.
Pero ahora sé de verdad que algo está mal, que si no lo era ya, el mundo sí que se está volviendo peor, y me da mucha pena, me da mucha pena que quien siempre lo tuvo claro y me aconsejó no contarlo, hoy tenga que preguntarse de quién es realmente.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La importancia de importar

La primera vez que vi la tristeza en sus ojos no pude sino quedarme callada. Fue por aquel amigo con el que compartió un sueño y seguramente muchas otras cosas en su juventud, y al que poco después ese mismo sueño se llevó para siempre de la manera más tonta. Pude ver la pena en su mirada y noté como las palabras se agolpaban en un nudo en su garganta que no dejó pasar nada más que un "ya ves..." venido desde lo más profundo de la nostalgia.
Tuve miedo de que aquel pilar inamovible que lo había aguantado todo con firmeza, sin una sola grieta ni el más mínimo temblor, pudiese también quebrarse con según que golpes certeros.
La última vez que vi esa expresión, era yo la que había dado el golpe, y en lugar de devolverlo él lo encajó, aguantando todos aquellas cuchilladas húmedas de lágrimas que le lanzaba, intentando aparentar la misma solidez de siempre, pero con esa mirada que hace poco comprendí, es la que se te pone al saber que le has fallado a alguien que te importa.

lunes, 17 de octubre de 2011

Ilusiones, pellizcos y extremos opuestos

__Mi vida nunca ha sido demasiado interesante. Supongo que podría darse el caso de que a alguien se lo pareciese, pero sería la excepción. Una ciudad pequeña, pocas aventuras, pocas sorpresas... Nunca me ha pasado nada extremadamente malo pero tampoco extremadamente bueno, o quizás sí pero con el tiempo le he quitado importancia. Nunca casualidades o bromas del destino que merezca la pena recordar. Mis grandes aventuras, vivencias de ensueño, siempre fueron eso, fantasía, pura imaginación, ilusiones.
__Por eso me pellizco. Cada vez que una de esas cosas que jamás me pasarían a mí o que son de película me sorprende. Por eso rompí a reír mientras el jodido Murphy se burlaba de mí montado en un tren, o dos, o tres. Por eso a veces me preocupa despertar, o no hacerlo y que todo sea real. Y por eso a veces pienso si no será todo una ilusión, de mí que siempre me voy a lo peor, y a veces se cumple, pero nunca admitiré haber pensado en ello hasta entonces. Y puede que ni aún así.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Melendi Vs Andy y su colega

Mi vecina tiene una obsesión insana con Melendi. Cada sábado, desde navidades, pone el último disco. Algunos días, dos veces.
Pero hoy no es sábado, diréis. Ya, pero es que en vacaciones todos los días es fin de semana, y yo todos los días escucho las mismas 12 canciones.
El caso es que aparte de que Melendi debió de inspirarse en grupos como Fito & los Fitipaldis (por lo de tener una melodía y usarla en todas sus canciones) o Jarabe de Palo (estos tienen dos, la flaca y otra), pues eso, además de tener al menos tres canciones cuyo estribillo suena exactamente igual yo he descubierto que en una de ellas le rinde homenaje a Andy & Lucas (los grandes poetas que compusieron "En tu cocina/ tan prisionera de tu casa en la cocina").
Atentos

AVISO: el contenido que se muestra a continuación podría herir su sensibilidad. Y como el que avisa no es traidor, luego no vengais que si ¿por qué abrí yo esto?, que si me has dejado sordo de un oído... :P

Sobre el 3:25 o así empieza el estribillo de...
Si queréis ahorraros la espera, a partir del 1:15 o así

viernes, 19 de agosto de 2011

Politikon zoon

Aristóteles era un soso. Hay que entender esto, no es que el hombre fuese aburrido, es que no se mojaba.
Claro que tampoco era el filósofo más soso de la Antigua Grecia, para eso ya estaban los estoicos. Pero le faltaba la chispa de Platón: mundos de ideas eternas, carros tirados por pegasos, hombres mirando sombras en cavernas... ese tipo de cosas.
Entre los griegos, los epicúreos también tenían su atractivo. Pero si hay algo que le da más puntos a Platón, además de sus metáforas y su imaginación, son los amores platónicos (que digo yo que se llamarán así porque al estar hechos de ideas son inalcanzables, intangibles, inmutables y demás cosas que empiezan por 'in').
Pero volviendo a Aristóteles, hay una cosa en la que no se equivocaba (abstenerse tiquismiquis grecolatinos, ya me imagino que hay más de una), y es que el hombre es un animal social. Y yo soy la viva excepción que confirma la regla.

miércoles, 17 de agosto de 2011

De profesión sastre, de-sastre

Aquí estoy yo, 98 entradas después de estrenar este rincón y 6 publicaciones en 6 meses, todo un récord.
Esta es la historia de mi vida, empezar con ansias, ir abandonando, olvidarme de todo. Así pasó con el mural de mi habitación, el aprender a tocar la guitarra, los proyectos de novela, el diario de poesía, la danza contemporánea, correr por las mañanas, aprender alemán... que han dado sus frutos en forma de un puñado de hojas a medio dibujar, un dominio semiabsoluto de los primeros acordes de la versión de 'Hurt' de Johnny Cash, una libreta con esquemas y comienzos de historias sin final, dos borradores en el móvil y un candado casi intacto, la concepción de "funky" como baile-de-choni-resentida-que-se-cree-lo-más-porque-agita-los-brazos-y-pisa-fuerte, un ligero dolor en el tobillo cuando cambia el tiempo, y unas ligerísimas nociones de Deutsch de las que lo que más recuerdo es "entschuldigung".
Y es verdad que ni el dibujo ni la música han sido nunca lo mío, que las clases de danza acabaron y nunca volvieron a reanudarse, o que las circunstancias me llevaron a pensar que mejor aprendo inglés nivel expert y ya si eso al verano que viene... Pero algo que se repite una y otra vez en mi vida, debe ser que es tradición (aún sin yo saberlo). Y también es verdad, cosa que me alegra, que estas aficiones momentáneas nunca me han costado ni un euro (exceptuando un precioso diccionario que es la mar de bueno y que descansa plácidamente en la estantería, pero oye, que nunca sabes cuando vas a tener que traducir algo que ni google comprenda...)
En resumen, que este blog ya hace tiempo que superó su esperanza de vida como instanproyect, mucho más cuando se desdobló en su hermano pequeño que ha terminado corriendo su misma suerte. Y me da pena, que esto esté tan muerto y que a mí se me ocurran ideas que en principio son geniales pero que al llegar al escritorio de blogger se van desvaneciendo, sin terminar de convencer en el caso de que acaben siendo escritas.
Soy un desastre, lo sé, no necesito que nadie me lo diga. Pero si los instanproyect son un don que tengo, otro es la cabezonería, y esta dice que no me da la gana, que si mi niño está dormido pues habrá que darle un empujón para que despierte, y si aguanta un mes o una semana ya lo veremos

martes, 19 de julio de 2011

Chartres (Historias de un intercambio IX)

La semana comenzaba el lunes, como suele pasar, y aquel lunes había sido elegido como el día que iríamos de excursión a Chartres (que no a Orleans). Aquel era un viaje al que yo le tenía unas ganas tremendas por motivos que más tarde conoceréis. Es por eso que aquella mañana después de desayunar saqué de la maleta mi jersey favorito, y después de vestirme bajé a la cocina, asombrosamente pronto para lo que soy yo y adecuadamente puntual para la politesse française.
Nunca os dejéis engañar, la politesse no existe, ni siquiera son los padres, y yo me tiré media hora viendo cómo la mère se pintaba, el père desayunaba, y el incomprendido perro (el único que parecía tenerme en cuenta) era obligado a recular para no pisar el parquet del salón.
Tras darme unos cuantos paseos de la cocina a mi habitación fingiendo que había olvidado algo para no sentirme tan okupa, me anunciaron que estábamos listos para salir y al bajar la mére me recibió con un "Oh, elle est belle aujourd'hui" "Gracias por lo que me toca el resto de los días, maja" pensé yo.
Al parecer aquella mañana no íbamos a ir con el todo-terreno de la mère sino con el flamante mercedes del père, y yo confiaba en que aquel cacharro corriera lo suficiente como para llegar en 5 minutos al lycée y ne pas arriver en retard. Y corría, concretamente fuimos bien hasta que nos paró la policia y al pedir los papeles... SORPRESA!! La ITV estaba sin pasar, pero eso sí, antes de poner la multa, el señor agente tuvo que explicarle al père que si el coche tenía más de 4 años daba igual que fuera su carísimo mercedes o una fragoneta de malacatones, y que aquello de que ya había pedido cita no colaba... Yo, viendo que aquella discusión no llegaría a buen puerto, que yo no era lo suficientemente relevante como para interrumpir, y que ya estaba llegando 10 minutos tarde a mi autobús, comencé a escribirle un SMS a Virxs para que por favor, le rogara a nuestro ogro-jefadeestudios que me esperasen.
Por suerte para mí, nada más enviarlo, mi echangée se giró hacia el asiento de atrás y se acordó de que llevaban una pasajera, se lo comentó al père, y éste al policía que tras un "Elle est une étudiante d'échange, nous devons la porter au bus" me miró, y debí de darle pena, porque rellenó pronto la receta y nos dejó marchar.
Obviamente, llegué tarde al bus, pero aún me esperaban, eso sí, mi sitio había sido usurpado por lo que me pasé el resto del viaje girada hacia el asiento de atrás.
Chartres está ligeramente lejos de Tours para ir en autobús (os he contado ya lo
que odio los autobuses ¿no?), así que entre la ida y la vuelta, nuestra estancia en la ciudad no fue muy larga, y debe de ser eso, porque no recuerdo nada de allí que no fuera una crêperie en la que los encargados pretendían secuestrarnos, un bar donde vendían carambars duros como piedras, un cielo nublado que asomaba entre calles estrechas, y eso sí, la CATHÉDRALE.
Y sí, en mayúsculas, porque aunque a la media hora de llegar allí, la mayor parte de nuestro grupo había desaparecido en busca de algo más emocionante que aquella iglesia, Vir y yo nos quedamos, recorrimos de punta a punta las tres naves, haciendo fotos, maravilladas por las inmensas vidrieras, la clôture du chœur (suena mucho mejor que "mueble coral") y por supuesto, el laberinto.
Ahí residía gran parte de la emoción de aquella visita para Vir y para mí, tanto ella como yo, ambas lectoras compulsivas, habíamos tenido en nuestras manos el mismo libro, en el que habíamos acompañado a Grimpow a través de media Francia resolviendo enigmas y escapando de peligros hasta llegar allí, a Chartres, en cuyo laberinto y criptas se había resuelto al final el secreto de los ouróboros.
No encontramos la entrada a la cripta, llegamos a la conclusión de que no estaba abierta al público, así que nos contentamos con una tienda de souvenirs llamada "La Crypte", muchas fotos de mala calidad y por supuesto, recorrer el laberinto.

lunes, 2 de mayo de 2011

La gran oportunidad

Recuerdo la primera vez que entré a la biblioteca. En aquel momento, ni siquiera era la Biblioteca: el edificio estaba en obras y la habían trasladado a otro más pequeño, en el que a duras penas cabían todos los libros. Recuerdo que mis padres buscaban algo entre una especie de mesas-caja que había por toda una gran sala y la luz anaranjada que salía de las grandes arañas del techo. Una habitación poco adecuada para dos niños, por lo que mi madre nos llevó hasta la sala infantil "Si no tienen carnet se pueden quedar, pero no mucho rato" nos dijeron, y elegimos un libro "y luego lo tenéis que devolver al sitio de dónde lo habéis cogido" nos dijo mi madre, y yo memoricé con exactitud los dos libros que rodeaban al cómic de Mortadelo que tenía entre mis manos...
Pero recuerdo mucho mejor el día en el que saliendo de comprar, mi madre nos dijo que íbamos a hacernos el carnet de socios, y que podríamos sacar libros, para leerlos y después devolverlos "pero tenéis que cuidarlos mucho", y yo me imaginaba todas aquellas estanterías repletas a mi disposición, una oportunidad extraordinaria, y entonces me dí cuenta "claro, pero habrá que pagar, ¿no?". La pregunta era obvia para la mente de mi yo de 7 años, no podía ser tan increíblemente bueno, nadie podía regalar el acceso a todos aquellos maravillosos libros, pero sí lo era, gratis, todo era gratis, menos si perdías el carnet, entonces tenías que pagar 500 pesetas, o sí perdías o estropeabas el libro, entonces tenías que comprar otro igual...Aquel fue el comienzo de algo grande para mí.
Ahora que la biblioteca ya está en la Biblioteca, sigo yendo, quizá no tanto como me gustaría, a disfrutar de ese gran chollo que se me descubrió siendo niña. Y si me pongo a pensarlo, no encuentro grandes diferencias entre aquellas maravillosas estanterías que me ofrecen la posibilidad de elegir una historia que disfrutar gratuitamente en mi rinconcito del sofá y la inmensa biblioteca que me ofrecen grooveshark, o emule, o pelisyonkis; bueno, sí, quizá encuentro una, y bien grande: que mientras las bibliotecas son el orgullo de todos y las subvenciona el estado, la distribución en internet es de piratas, gente sin escrúpulos que "roba", y casi siempre, ilegal.

sábado, 19 de febrero de 2011

El chiringuito

Ya está, decidida la canción que nos ¿representará? en Eurovisión. Lo admito, no he visto un sólo programa en los que se decidía, pero los carteles pegados por el instituto de "Vota a David Sancho" hicieron que me picara la curiosidad.
Resulta que el tal David Sancho es un tipo de aquí al que todos deberíamos apoyar porque es de aquí (ya sabéis, la ley davidcivera), el caso es que tan malo no debe debía ser cuando llegó a estar entre los 10 finalistas, y ahí es cuando yo me animé a ver algún vídeo.
Hasta me sorprendió, era incluso soportable, mucho más de lo que yo esperaba... Mirando, mirando, las encuestas, unos de los favoritos eran unos tales Da Igual, que escuché y no me dijeron nada especial. De ahí pasé a Auryn, otro grupo de chicos, pero este... este me convencía más, bastante más. Y ahí lo dejé, que tampoco era plan de pillar una sobredosis eurovisiva.
La siguiente noticia fue el fin de semana, me dijo que ya habían elegido a los tres finalistas y que el paisano no había pasado, preguntando un poco más me enteré de que los candidatos eran dos chicas y los Auryn que ya conocía.
Como no me sobran ni tiempo ni ganas, pasé del tema hasta hoy, cuando vi que en twitter Eurovisión era trend topic, leyendo mensajes del tipo "vaya canción" y algunos bastante más... cómo decirlo... ofensivos, me ha vuelto a picar la curiosidad. Recordadme que nunca más le haga caso.
Empezaré por los finalistas para hacerlo más llevadero. La canción elegida para una tal Melissa era 'Eos'...mmm... no se cómo decir esto da algo de repeluco, especialmente eso de "una diosa sin rodeos" ¿cómo es una diosa con rodeos? en fin, un misterio, por lo menos la chica tiene una voz potente.
Los Auryn con 'Volver', pasable, hasta me gusta... vamos a la ganadora.
Sí señores, la ganadora se titula 'Que me quiten lo bailao' y no la juzguen sólo por el título, esperen a oír el uoooo uooo con el que empieza. Un hit a la altura de Georgie Dann. En fin, a partir de hoy confiaré en que nadie en el resto de Europa entienda español.

jueves, 3 de febrero de 2011

¿Hemos llegado ya?

Todo empezó como empiezan normalmente las cosas, por el principio y con todo el camino por recorrer. Un camino que nos llevaría desde la Edad Antigua hasta la Contemporánea, de la poesía a la narrativa, pasando por el teatro y el ensayo que más tarde se sustituyó por los cuentos, desde la 2ª República hasta la 1ª (porque ellas son mejores y van al revés), pasando por la gravitación, la electrostática, el magnetismo...
Todo parecía largo y lejano. Y ahora, casi sin darnos cuenta, resulta que ya estamos a finales de la Edad Moderna, que a la narrativa no durará un mes entero, que a Isabel II le queda medio telediario como reina.
Y encima empiezan los preparativos, no puede ser que todo haya ido tan deprisa y el camino se esté acabando.

martes, 1 de febrero de 2011

Buscando (nueva) red

Cuando somos pequeños, todo lo que nos rodea es nuevo y maravilloso, y a la vez, puede que por eso mismo, todo se convierta en normal.
Pero vas creciendo, y la gente de tu alrededor es la misma de siempre, y los conoces y sabes exactamente que paso van a dar a continuación.
Y después, da igual que aparezca gente nueva en tu vida, porque son exactamente iguales que todos los demás, hablarán de lo mismo, tendrán los mismos gustos, exactamente igual de predecibles.
Y te terminas acostumbrando, a fingir que las cosas que se supone serán sorprendentes lo sean, a mostrar interés, a aceptar ese estado de aburrimiento la mayor parte del tiempo.
Pero llega un día en que encuentras un hueco de aire fresco, donde empieza a aparecer gente maravillosa, que aporta otras cosas, que te descubre un nuevo mundo como si volvieras a ser el pequeñajo del principio, pero con todo lo que hayas podido ganar en estos años, y te hace reír, o pensar, o qué más da, ya no es lo de siempre
Y esas personas molan.

domingo, 30 de enero de 2011

Una pareja, un consejo repe, y una cabalgata que no llegué a ver

"Anda, mira quién está ahí" y frena en seco. Yo, con el enorme paquete bajo el brazo, y unos precisos reflejos, tengo el tiempo justo de parar y empezar a retroceder antes de chocar con él. Dirige miradas alternas al interior del bar y a su reloj, luego me mira a mí y dice "Anda, vamos a entrar un momento".
Dentro, la camarera que descansaba apoyada en la barra, se incorpora al vernos entrar; sólo hay dos personas más, una pareja en la mesa del fondo. Ella está de espaldas, lo único que puedo ver es una blusa fucsia y un pelo medianamente corto, rizado y de un color rojizo. Él, alto, delgado, vestido con camisa y vaqueros, con el pelo más gris que negro y unas discretas gafas, se da cuenta de nosotros y saluda.
Después de volverse y vernos ella también, saluda y en un pestañeo acerca dos sillas a su mesa e insiste en que nos sentemos allí.
Empiezan a hablar los tres, y yo empiezo a entender de qué se conocen, llego también a la conclusión de que al menos ella se dedica a vender pisos. Poco a poco voy conociendo otros datos, tienen al menos un hijo, universitario en Valencia, no, espera, el hijo es de ella, ¿separada?, echo un vistazo a sus manos, no lleva anillo, sigo escuchando. Él también tiene hijas, dos, pero más pequeñas. La conversación deriva hacia los estudios, yo, que hasta entonces me había limitado a asentir de vez en cuando, contestar con monosílabos y sonreír (sonreíd y saludad, chicos, sonreíiid y saludaaaad), recibo una pregunta directa sobre mi futuro, contesto, y la conversación se centra en mí, en qué estoy haciendo, en qué haré, dónde, y cosas por el estilo. "Pero tú, lo que te digo, ... ¿cómo te llamas?" Contesto. "Pues lo que te digo, Nuria, tú haz lo que quieras, pero hazlo, esfuérzate ¿eh? y no lo dejes. Que estos que dicen yo no estudio, pero tampoco se meten a trabajar, luego no consiguen nada, tú estudia tu carrera, y hazte a la idea de que terminarás de estudiar y empezarás a trabajar cobrando mil euros y llevando cafés, pero tú ahí, que nadie te lo va a dar hecho, que a mí me hacen gracia las que dicen 'ay, es que yo no se fregar', pues si hay que fregar se frega, y nadie ha perdido nada por coger un trapo y limpiar. Tú trabaja, y esfuerzo, y ganas, y además luego, estarás trabajando, y hazte a la idea, que volverás de trabajar y tendrás tu casa por limpiar y lavar la ropa, y planchar... Así que haz lo que quieras, pero ahí ¿eh? Trabaja. Y no te vuelvas atrás. Tú estudia, que luego es lo único que os dejamos los padres. La educación, lo demás nada. ¿Un ladrillo?¿Qué apego le voy a tener yo a un ladrillo? Lo que cuenta es lo otro, así que tú estudia. Hazme caso ¿eh?" Suena un teléfono, algún impaciente que nos reclama, pero antes de irnos vuelvo a escuchar el discurso, si no entero, las tres cuartas partes.