viernes, 25 de noviembre de 2011

No es tiempo de rosas

No consiguió superar los cambios, quizás fue la presión, quizás la incesante y tranquila lluvia que lo arrastra todo, puede que el hecho de haber sido arrancada del lugar dónde hoy debería estar.

No consiguió superar los cambios y ahora, en lugar de brillar bajo su nueva luz, en vez de abrirse y llenar de color la habitación, inundarlo todo con su olor, se ha ido marchitando, llenándose de oscuridad y arrugas.

No consiguió superar los cambios, o quizá le faltaba una aspirina efervescente.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Políglota

Una tuvo la suerte de nacer en una ciudad que no existe y en la que la gente consigue entenderse (casi siempre) utilizando un sólo idioma.
Pues resulta que una, que además de todo es temeraria, decidió en algún momento que irse a estudiar en un idioma que no era el suyo, rodeada de gente que por inercia se comunica en otra lengua que no conoce, y tener que dar clases de otro más, que por supuesto no era el materno, era una idea estupenda. Bueno, de hecho no lo decidió, ni siquiera se le pasó por la cabeza más allá del primer idioma...
Y lo más gracioso de todo es que a la que le cuesta hacerse entender a veces es a una, que en su lengua "materna" incluye demasiadas influencias: una abuela castellana que se fue a vivir al norte para cambiar al sur y terminar conociendo al este a quién la llevaría al lugar en el que la criaron un padre que llegó a ser bilingüe pero con acento andaluz y una madre del terreno con el pack de expresiones típicas.
Y luego el aragonés, ese idioma que tan difícil es de explicar que no es un idioma, sino muchos dialectos, uno en cada uno de los pueblos en los que se habla, que no son todos, sino sólo algunos, pero que en casi todos a quedado un rescoldo en forma de expresiones y palabros del tipo 'concararse', indizcador' 'romancero' o 'estozolarse' con los que una se queda solísima cuando habla.
Y aún con todo una se las apaña para sobrevivir políglotamente.

jueves, 17 de noviembre de 2011

A 3 días

Nunca hablo de política. Quizás es una herencia familiar, recuerdo cómo de pequeña habré oído tantas veces un "niña, tú no digas de cuál eres" de mi abuelo, aunque supongo que muy efectivo no era, mayormente porque yo no tenía ni la menor idea de "de cuál era".
A veces pienso si este mundo será tan malo como para tener que andarse con cuidado en estas cosas, otras, me conformo pensando que simplemente es la rutina que ha quedado en aquellos que vivieron otros tiempos.
El caso es que nunca me había sido demasiado difícil evitar el tema, más que nada, porque yo nunca había pintado nada en él, ni voz ni voto, nunca mejor dicho.
Y ahora que me quedan tres días para estrenar democracia sigo como cuando niña, que no sé "de cuál soy" porque me niego a ser de nada y porque por suerte, tuve grandes profesores de filosofía que me enseñaron lógica, y aunque la pre-campaña pase, desde mi burbuja no se ve.
Pero ahora sé de verdad que algo está mal, que si no lo era ya, el mundo sí que se está volviendo peor, y me da mucha pena, me da mucha pena que quien siempre lo tuvo claro y me aconsejó no contarlo, hoy tenga que preguntarse de quién es realmente.