sábado, 27 de febrero de 2010

Un recuerdo con olor a mandarina

Con un suave impulso, el cilíndrico brillo de labios comienza a rodar por la mesa, una mesa llena de libros y papeles, que por otro lado, han perdido toda su importancia, ahora sólo existe ese cilindro semi- transparente que va, y viene, y va... sus giros son irregulares, sin duda un lado pesa más que el otro.
Deja de rodar, ahora ella juguetea con el brillo entre sus dedos. Se escucha una tele, y una radio, sí, el gol en morse delata el "Carrusel" en la otra habitación. El aire huele a... humm, el aire huele a lluvia, a tierra y a corteza mojada. Por la ventana entra una brisa húmeda, debería cerrarla, pero es tan agradable...
En el continuo jugueteo de sus manos termina por desenroscar la tapa del tarrito, el olor a mandarina y ese intenso color naranja le traen recuerdos de un tiempo quizá más feliz, de pronto tiembla y nota como se le va poniendo la carne de gallina, definitivamente cierra la ventana, plenamente consciente de que el aire que por ella entra no es la causa de su reacción.
Su memoria retrocede hasta aquel mismo Año Nuevo, revive a la perfección aquella imagen, la de las luces del minúsculo árbol de Navidad, ahora encendidas, ahora apagadas, lazando destellos multicolores, el zumbido de una tele que apenas descansa ocho horas diarias, el murmullo de conversaciones sobre la nada, y más lejos, semi-absorbida por el ruido de la campana extractora, una vieja canción sobre dos cruces negras en una voz dulce y familiar. Una ligera vibración en su muslo derecho la saca de su ensimismamiento, y al ver el nombre en el mensaje de texto se le acelera ligeramente el pulso y sus labios dejan escapar una sonrisa. Caminando de puntillas para no hacer sonar los tacones llega hasta otra habitación, allí llama, charla, ríe, y mientras lo hace no puede evitar mirar por la ventana. Aun siendo enero, las rosas no han caído, hace semanas que perdieron su belleza roja y aterciopelada, pero conservan esos otros colores, esa textura tan especial y tan bonita.
Cuando por fin escucha un "ciao amor" de su interlocutor, se despide con una sonrisa tierna, coge la cámara y sale. Fuera hace un frío gélido y seco, se sube al asiento de piedra y alcanza aquella flor, mucho más delicada ahora que en su esplendor durante el verano.
- ¿Qué haces ahí subida?
- Una foto.
- Anda, baja y entra en casa, que no llevas ni chaqueta.
Terminó aceptando las indicaciones de aquella voz tan familiar, la misma que ahora le dice:
- Descansa un rato hija, llevas tres horas estudiando.
Ella se fija en el pequeño tarro todavía destapado que sostiene en sus manos. Estudiar, sí, eso estaba haciendo...

lunes, 22 de febrero de 2010

Paradojas del iloveyou

En uno de esos extraños momentos en los que vi más de tres minutos seguidos de telediario, resulta que hubo una noticia a raíz de otra noticia que me llamó la atención. La noticia base era que los jefes ahora miran en feisbuk antes de contratarte (pssst, sin comentarios), pero la que me llamó la atención era otra, un recorrido por varios hackers de la historia, y entre ellos, el creador de "ILoveYou", que según decían no llegó a conseguir su tesis...

Vaaaaya, pensé, tiene narices... el tío creó un virus que infectó 50 millones de ordenadores, incluidos los del Pentágono, la CIA y el Parlamento Británico, eso, por no hablar de empresas... vale, era un cabrón, pero la tesis de informática... cómo pueden no darsela??
Con esa duda me quedé... porque en el fondo, creo que me pasa como con Baldomera...

¡¡Qué cabrón el del ILoveYou!! :P

lunes, 15 de febrero de 2010

Una mañana políglota

Me despertó una musiquilla ascendente. Era el despertador del móvil, lo paré y miré la hora, quizás aún fuera pronto. Agucé el oído intentando escuchar algo, tintineo de las tazas del desayuno, alguna conversación entre susurros, un grifo abierto... pero nada, sólo se oía un repitiqueo más o menos rítmico, ¡ah! era la lluvia contra el cristal, miré hacia la ventana y reparé en un detalle que no había visto la noche anterior, no se veía el exterior, unas contraventanas de madera pintadas de blanco lo impedían. Estaba a punto de levantarme para inspeccionarlas cuando oí unos pasos, alguien se había levantado, me senté en la cama y pensé "¿Qué hago?Puedo bajar, pero si no hay nadie en la cocina... ¿les parecerá mal que rebusque algo en los armarios para desayunar?... Mejor espero, porque dgo yo que alguien vendrá a avisarme ¿no?..." En esto estaba cuando escuché dos voces susurrando y reconocí una de ellas como la de mi intercambiada, tras ello unos pasos que venían hacia mi cuarto. Me levanté al tiempo que se abría la puerta.
Cuando llegamos a la cocina todo estaba preparado ya, y con todo me refiero a un brick de leche, otro de zumo, una caja de cereales, y una cajita pequeña donde había algo parecido al Cola-cao (y que obviamente estaba allí, única y exclusivamente para mí). Y con el desayuno la pregunta estrella 'ça va?' esta vez acompañada de un 'tu as bien dormi?' (¿has dormido bien?). Yo contesté que oui y que oui. Pero ahí volví a darme cuenta de que la mère me creía... no sé... ¿corta?. Concretamente cuando empezó a hablar con la hija.
-Demande-le si elle a eu froid cette nuit, on peut mettre une autre couette si elle veut. (Pregúntale si ha tenido frío esta noche, podemos ponerle otro edredón si quiere). Yo estaba allí, comprendía perfectamente, y me pregunté cual sería el extraño motivo por el que no me hablaba a mí directamente.
-Tu as eu froid? Tu veux une autre couette? (¿has tenido frío?¿quieres otro edredón?) - me preguntó mi intercambiada. Y cuando yo iba a contestar que no, que estaba bien así, volvió a hablar la mére, dirigiéndose a su hija, of course.
- Mais ne dis pas couette (Pero no digas "couette")- y mirándome a mí con cierta compasión me dijo - Une autre coberture? tu comprends? (¿Otra colcha? ¿Lo entiendes?)
- Oui, une couette, j'avais compris, mais non, je n'ai pas froid, ça va comme ça. (Sí, un edredón, lo había entendido, pero no, no tengo frío, está bien así)
- Tu vois? Elle avait compris couette! (¿Lo ves? ¡Había entendido "edredón"!) - dijo mi intercambiada a la mère, apuntándose una victoria que era más bien mía. "Al menos alguien confía en mí francés" pensé yo.

Aunque durante prácticamente todo el viaje estuvimos viajando, la primera mañana teníamos que ir al lycée. Y allá que fuimos, mientras esperábamos en el patio, pude ver y hablar unos segundos con algunos de los españoles, antes de que Manon me dijese los cinco nombres de las cinco amigas a las que saludé y olvidé casi de inmediato. "Delfine, había una que se llamaba así, ¿pero cual? ¿la rubia pequeña de gafas y coleta? ¿la rubia alta de coleta? ¿la más gordita?... joder, ¿por qué todas eran rubias y llevaban coleta?..." Conseguí quedarme con uno de cinco, y no tenía mucho mérito, mi intercambiada me había hablado tantas veces de su mejor amiga, Chloé, que prácticamente ya la conocía (y por supuesto, era rubia)
Nuestra primera clase era gimnasia, un partido de balonmano, dijo la profesora. Lo de jugar era un decir, la pelota sólo la tocaban los auctóctonos, a las cuatro españolas presentes nadie nos tenía en cuenta. Recuerdo que estaba hablando tan tranquilamente con otra cundo me llegó un pase, llegó y se fue, todo hay que decirlo, porque yo hacía un rato que había dejado de estar pendiente del juego. Miré al chico que me había pasado, él me miraba con gesto de asombro (más bien de "¿pero, qué haces?Ese pase era perfecto") y en verdad lo era, porque yo estaba prácticamente sola y bien cerca de la portería, lo miré intentando disculparme, al fin y al cabo él había sido el único considerado que me había contado como jugadora y yo acababa de hacerle perder un gol a su equipo, que hacía rato había dejado de ser el mío.
La clase siguiente era español, la profesora era una mujer agradable, que nos repartió unas fotocopias con juegos de palabras que nos repartíamos entre los seis españoles de aquella clase. Pero la siguiente era latín, y yo era la única forastera, además, había un profesor que hablaba sin abrir la boca. Dejé de prestar atención aproximadamente a los veinte segundos, ya sólo oía un runrún del profesor, y de vez en cuando la respuesta dudosa de algún alumno.
Cuando por fín acabó aquella hora interminable, volvimos al patio, era algo que no entendí, pasamos un cuarto de hora allí, para luego volver a casa a comer, aun así fue agradable, hubo una extraña disertación, donde yo me ví obligada a explicar la diferencia entre el significado de "estar caliente" y "tener calor"

jueves, 4 de febrero de 2010

Vueltas y cambios

- ¿¿La Plumi se ha fugado?? ¡¡Uy, esto es que se acaba el mundo!!
Ese fue el comentario que lo desencadenó todo, formulado por un compañero de clase que nos hizo reír al resto. Sabed que La Plumi es otra compañera, que va a clase siempre siempre, una de estas excepciones en el mundo estudiantil que realmente estudia todos los días, tengo que decir que yo no tengo nada contra ella, es libre de hacer lo que le de la gana, pero no todo el mundo opina lo mismo de ella (especialmente cuando alguien dice: ¿Y si nos vamos todos ahora? ella dice que no). Por esto se nos hacía tan raro que no estuviese aquel día en inglés (porque inglés es de esas clases en las que más se tiende a formular la pregunta mágica), pero no terminó ahí.
Los cambios habían comenzado, había entrado en el vórtice, y empezaron a suceder, más y más rápido, aparentemente inapreciables unos, impresionantes otros, pero más y más fuertes, más y más seguidos...
El Naufri tiene novia. ¿Qué dices? Que sí, que los vieron ayer. Pero... que grima, ¿y ella es igual que él? No, dicen que ella es normal. Joder... Esta fue la segunda alarma, ¿se estaba acabando el mundo realmente?
Y después de esto minicambios, inapreciables quizá, una palabra que jamás había escuchado, de repente todo el mundo la utiliza, las cosas comienzan a volverse extrañas, la profesora que jamás venía viene, lo que había estado parado tres meses arranca, lo que me hacía reír, ahora se ha convertido en rutina...
Y empiezo a pensar, que quizá cosas que antes hacía con la mayor alegría del mundo, ahora ya no me terminan de agradar, pero eso significa dejar de lado cosas y personas, y aun así, no siento nada, no me da pena, lo que antes necesitaba ahora ni siquiera lo echo en falta, y no me da pena, y entonces, quizá lo mejor sea dejarlo ahí, si tan sólo pierdo tiempo, y encima no me hace bien...
Y siguen pasando cosas, y sigue habiendo cambios, más y más cambios... y ¿estás bien? No. Bueno, todo pasará. Pero lo que no se explicar es que tampoco estoy mal, simplemente no siento nada, ni siquiera nervios.
Y siguen los cambios, y me descubro riéndome con la compañera a la que no he conseguido aguantar en todo el trimestre, y de repente un examen de mates corto (oh dios mío, ¿será el primero, o el único?), y la gente sigue utilizando esas palabras. Pero espera, ahora sí, me da pena dejar ese mundo, aun así, sigue sin agradarme, sin hacerme el bien que me hacía antes, quizá sea mejor dejarlo antes de que sienta demasiado y no sea capaz.
Y allá que voy, empezando por lo difícil, pero no lo más difícil. Y entonces sí que siento, media tarde de lágrimas lo demuestran, pero sigue siendo lo mejor, o eso creo... Y después de esa media tarde, nada, voy ligera, todo ha parado, y me fijo, y todo vuelve a la normalidad, Plumi va a clase siempre, siempre, la profesora que falta vuelve a faltar, lo que llevaba tres meses parado vuelve a irse al garete, y... espera, ¿vuelvo a pasármelo bien? eso parece, aunque quizá, quizá deba estar segura antes de volver atrás, pero sí, todo vuelve a la normalidad, la seguridad aumenta día a día, he salido del vórtice y todo vuelve a la normalidad.
Bueno, todo no, Naufri se ha casado...