miércoles, 2 de mayo de 2012

Adivine su futuro siguiendo el razonamiento.

Vamos a jugar a un juego. Se trata de seguir un razonamiento dadas unas ciertas premisas, muy fácil, ya lo verán. Y además está basado en hechos reales y es gratis. Eso sí, puede causar cambios de humor (esencialmente cabreo y depresión). 

Partiremos de la base de que son las medidas tomadas por el ministerio de educación se pretende: 
 Subir las tasas de matrícula de las universidades (hasta un 25% del coste real en primeras matriculaciones, un 40% en segundas, 60% en terceras y 100% en superiores).
 Aumentar el número de alumnos por clase. 
 Y además, eliminar titulaciones con menos de 50 matriculados.
 Sin olvidarnos de aumentar la carga del trabajo del profesorado (que incluye "castigar" a los "malos profesores" - esto significa, los que han dedicado menos tiempo a la investigación- con más horas de clase).
 Reducir el número de becas, y aumentar el nivel de exigencia para conseguirlas.

Pero es que además, ese maravilloso plan de estudios que es Bolonia, implica:
 Asistencia a clase evaluable (que quiere decir, obligatoria).
 Horarios que lo mismo incluyen una clase a las 8 de la mañana, que un laboratorio de 3 a 7.30 de la tarde. 

Una vez que tenemos las premisas, vamos a ponernos ya al tema: 
 Si las carreras que no lleguen a cierto número de matriculados en una determinada universidad se eliminan, todos aquellos que tengan la "mala suerte" de vivir en una ciudad con una de esas universidades y encima querer estudiar una carrera que o bien no estaba, o bien van a quitar por recortes, van a tener que a estudiar fuera de casa (clin, clin, caja). 
Pero claro, puede ser que no seas lo suficientemente rico para afrontar un año de residencia/piso alquilado + matrícula de la uni (incluyendo la subida de tasas) + comidas + transporte público + infinidad de gastos que conlleva una vida sin grandes aspiraciones, en ese caso tienes dos opciones: ponerte a estudiar algo que no te gusta en tu universidad más cercana (con el riesgo de abandono de la carrera a medias que esto conlleva), o la cola del INEM. 

 Pero vamos a suponer que no tienes que el destino no te depara llegar al paro (todavía), y que tu familia puede afrontar haciendo malabares los gastos de que estudie "la niña" (o "el niño", que no estamos para discriminar), o que tienes la suerte de vivir en una ciudad donde puedes estudiar la carrera de tus sueños. Entonces llegarás a la universidad cargado de ilusión, con unas ganas locas de comerte el mundo los próximos cuatro años, y quitándole importancia a aquello de haber pagado 500€ más de matrícula.
Pero llegarás cargado de ilusión a una clase de más de 50, dónde podrás socializar una barbaridad, pero igual no te enteras muy bien de todo, y tantos alumnos preguntando dudas individuales en una clase puede ser una locura. "No pasa nada" dirás "esto voy a una tutoría a que me lo explique y arreglado", Pero resulta que como estamos aumentando la carga de trabajo de los profesores, tienen más horas de clase, y esto implica que hay menos horas de tutorías y más alumnos a los que atender en esas horas. 
Además, es probable que con este "ajuste", en alguna asignatura tengas uno de esos profesores a los que han castigado a dar más horas de clase, uno de esos que se supone que son "peores" porque tiene menos experiencia. 
Así, si tienes que andar pidiendo hora para las tutorías de todas tus asignaturas, a la vez que haces todos tus trabajos en grupo (gracias, Bolonia, majo), estudias y vas a clase (porque eso, sí, tienes que firmar en la hojita)... pues igual, si sales vivo de ese primer año en la universidad, todas, todas no las sacas, y si lo haces, tu nota probablemente no sea la que te gustaría.

 Ahí es donde empezará tu segundo año en la uni (si te quedan ganas... y dinero), en el que además, las asignaturas que has suspendido las vas a pagar más caras todavía (clin, clin, caja). Y piensas "Si encuentro un trabajo, para mis gastos, puedo seguir estudiando...", pero claro, el lunes entras a las 8, sales a las 10, entras a las 14, sales a las 16, el martes vas non-stop de 12 a 16, el miércoles tienes laboratorio de 16 a 20... Y encontrar un trabajo con horarios tan flexibles, pues es difícil, pero claro, ya hemos dicho que ir a clase es obligatorio, así que nada de faltar, con lo cual puedes aceptar un trabajo nocturno y dormir en las medias horas muertas entre clase y clase (se me ocurren vigilante de seguridad o stripper), o irte con tu amigo el de antes a la cola del INEM, porque ¡eh! ¿te acuerdas de esa beca que pediste? Pues como tus notas no son lo suficientemente buenas, no te la han concedido, seguramente en favor de alguien que esté pagando 6000 euros de matrícula en una privada a cambio de notables y sobresalientes y que obviamente, la necesita mucho más que tú.

 A estas alturas, igual has tenido suerte y has sobre(mal)vivido, alimentándote a base de ilusión y macarrones (que son baratos), y si en los años siguientes no corres la misma suerte que tus otros amigos a base de segundas y terceras matriculaciones, tasas, alquileres, necesidades básicas y otras minucias, conseguirás ser un graduado en inserteaquílacarreradesussueños.

 Y ahora sí, ya puedes reunirte con los otros, ¿para ir de cañas? No, para ir a apuntarte al INEM, porque no tienes trabajo de lo tuyo, como mucho unas prácticas que no te van a pagar (ah, no, espera, que si no te pagan no es trabajo), porque eres joven y no tienes experiencia, y si eres de ciencias, porque a pesar de que la investigación en universidades españolas no está ni de lejos tan mal como nos quieren hacer creer algunos, la han recortado a lo bestia. 

 Pero eh, joven estudiante, no te desesperes todavía, porque dice por ahí un señor, que te puedes ir a poner cafés en Londres y así aprendes inglés, que con esa vida perra que llevas seguro que no has tenido tiempo.

martes, 7 de febrero de 2012

J.J.

De JJ sabíamos lo que se contaba por los pasillos: que lo habían visto una vez fumando un porro, que como todos los de lengua no nos lo iba a poner fácil, que a veces se le iba la pinza, o que tenía un culo bonito.
Sin embargo aquella mañana, lo que todo el mundo nos había prometido como una maravilla, resultó más bien serio y formal, favorecido por aquel clima de importancia que nosotros mismos le dábamos a estar allí, con suerte en nuestro último año. Así estaba siendo pues, hasta que al ir a explicar las bases del nuevo curso, y habiendo escrito en la pizarra "Valle-Buero    Vargas Llosa-Muñoz Molina    Machado-Lorca" con aquella letra rápida y versátil dijo:
- Veis que he escrito los nombres de seis autores por parejas, lo cual, aparentemente, no tiene sentido - y volviéndose un segundo hacia su propia obra añadió- bueno, excepto en el caso de Lorca. Los he puesto así porque es como los tendréis en la Selectividad: teatro, narrativa y poesía; en realidad nosotros...
Así es como JJ se presentó como lo que estábamos esperando, y nos descubrió la tónica de lo que iba a ser aquel año.
Él es así, puede llegar con un chiste pésimo ("-¿Cómo se dice edificio en catalán? -Edifici -Ya sé que es difícil, hombre, por eso te pregunto"), pero sobretodo, lo suyo es ese tipo de humor afilado, lleno de ironía y un poquito de mala leche, casi siempre de pasada, desapercibido si no estabas atento a sus palabras y a esa chispa traviesa que aparece fugazmente.
Su club de fans era (y supongo que no me equivoco al decir que es) sin duda alguna uno de los más extensos. Y eso que mi amor platónico del instituto estaba en otro departamento, y que mi amiga Vir llevaba años advirtiendo que si alguien tenía que casarse con JJ era ella, pero es que se hacía difícil no quererlo, porque además de aquellas carcajadas con su humor rápido y bien cargado (que si no es a lo que se llama humor inteligente, debería serlo), JJ tiene ese alma de romántico soñador de letras que podía ensimismarlo hablando de lo genial que podía ser un cuento de Cortázar, o lo maravilloso de la primera escena de 'Sin perdón' y cómo esta había roto con el convencionalismo de los Westerns al igual que hizo Valle-Inclán con el teatro comercial; y también esa pizca de locura libre de artes que lo hacía cantar ópera o llevar camisas con estampados que nadie en su sano juicio compraría.
JJ es una de esas personas a las que les viene perfecto el adjetivo peculiar y a la que cuesta imaginar llevando una vida normal y aburrida. Pero está casado, o al menos tiene a alguien, llamada Patricia y uno o varios niños que hacen que en su casa sea frecuente escuchar "Ha sido sin querer", ejemplo perfecto de adverbial de modo formada por infinitivo. 
JJ puede aparecer vestido de hombre anuncio, o haciendo esquí de fondo por un barrio residencial; lo mismo te cita Armageddon que a Rafaella Carrá; no le gustan la columna de Elvira Lindo en El País, pero sí la de Quim Monzó en La Vanguardia; puede aportarle una chispa de alegría al resumen de la excursión más aburrida del mundo o puede dibujarte una obra de arte en el examen para que la próxima vez dejes márgenes.
Un tipo peculiar JJ, y uno de los que echo de menos de aquel maravilloso año.

martes, 27 de diciembre de 2011

Juguetes, libros y magos

Cuando yo era pequeña (quizás demasiado), en mi casa se estableció una nueva norma acerca de los Reyes Magos, en la carta no podían pedirse juguetes. Eso no siempre era algo fácil de explicar a los demás niños, me acuerdo que una vez, quien todavía hoy es mi amigo me preguntó si entonces sólo podía pedir ropa.
No, entre lo que sí se podía había ropa, juegos de mesa, cosas útiles, material escolar... pero no había muñecas, videoconsolas, ni demás cosas que los otros niños si pedían.
Como joven e inocente criatura que era, no recuerdo haberme planteado nunca por qué si los Reyes eran Magos yo no podía tener una Gameboy, los Coccolottis o uno de aquellos perros robot en vez de una papelera de los 101 dálmatas o el Palé del Euro (un Monopoly de imitación para familiarizarse con la nueva moneda). Un año incluso tuve una especie de consola cutre de sabeco con la que podías jugar a los marcianitos.
A veces pienso que esto es lo que me ha llevado a hacer cosas como comprarme un tamagotchi con una ilusión desmesurada hará como un año y medio ante la atónita mirada de mis amigas.

Quizás por todo lo que os estoy contando recuerdo perfectamente como uno de esos años, de camino hacia el cole, mi madre nos paró, a mi hermano y a mí, enfrente de una librería, y enseñándonos tres libros entre todo aquel escaparate lleno de espumillón, nos comentó que aquel año, si nosotros queríamos, habían pensado que en la carta podíamos pedir uno de aquellos libros. Entre eso o la posibilidad de cualquier otra "cosa útil", yo creo que ambos aceptamos sin dudarlo.
Así es como esas Navidades tuve la suerte de que los Reyes me trajeran Harry Potter y la piedra filosofal, y digo suerte además porque el de mi hermano era la cámara secreta, y empezar a leer una serie por la segunda parte no suele ser buena idea. Con todo, como para aquel entonces yo ya era una lectora voraz, disfruté con aquel primer año en Hogwarts, conociendo a Ron, Hermione y Dumbledore (estupefacta cuando mi hermano me habló de él como dámbeldor y no dumbledore, así, tal cual), devoré también aquella segunda parte, y compramos el tercer libro que aquella mañana habíamos visto en el escaparate, el prisionero de Azkaban.
Para cuando llegó el boom con el lanzamiento de el cáliz de fuego ya había pasado casi un año, y con el apoyo económico de la abuela seguimos con la aventura, compramos los siguientes dos libros como pudimos, con dinero ahorrado en cumpleaños, juntando pagas, aceptando donativos de tíos y retíos... y lo leímos de todas las maneras posibles, uno después del otro, los dos a la vez porque la intriga nos podía, a oscuras y con linterna o en los cinco minutos antes de ir al cole, todo valía. Y cuando por fin salió a la venta las reliquias de la muerte, ocho años después de iniciar la aventura, se juntó la falta de dinero, y después el olvido, y la dejadez, y el libro se quedó en la lista de pendientes durante mucho tiempo.
A lo largo de aquellos 6 libros yo había crecido, y aunque paré antes de llegar al metro setenta, muchas cosas cambiaron, y por supuesto, muchos más libros pasaron por mis manos. Yo era una niña lectora de las de caso aparte, con Kika Superbruja creé una red de intercambio de libros con una compañera que iban a temblar los narcos colombianos, me hacía la buena con una amiga de mi madre de esas que venden enciclopedias pero siempre llevan algo para los niños (así entiendo porque tenemos en casa enciclopedias sobre historia del arte cuando nadie se ha dedicado a eso nunca), pedía a los profesores los libros que teníamos en la "biblioteca" de clase para leerlos en casa... todo eso, hasta que descubrí la biblioteca.
La biblioteca era una especie de paraíso para mí, las miles y miles de páginas, a las que con sólo un carnet que encima era gratis, podía tener acceso. Durante muchísimo tiempo, el único libro que devolví con retraso fue Platero y yo.
Tiempo después, una serie de condiciones fueron alejándome de la biblioteca, y aunque todavía voy a veces (y siempre que voy, pico, y nunca con uno sólo), ya no soy la usuaria premium de antes.
Eso tampoco significa que haya dejado la lectura, ni mucho menos, puede que no sea la lectora voraz que a veces he sido (ya os he dicho que lo mío era de estudio, yo he dejado que se queme la cena porque el capítulo estaba muy interesante y entre vuelta y vuelta había un tiempo precioso, o he terminado haciendo los deberes con una linterna debajo de la cama por pasarme la tarde en la terraza leyendo, o he madrugado para terminarme un libro de 300 páginas que había empezado el día anterior); puede que ese ansia cada vez me ataque menos, aunque a veces la eche en falta, pero he ido descubriendo otros placeres, como el de leer despacito por miedo a que se acabe una joya fina y delicada como La soledad de los números primos, el de disfrutar de un libro de aventuras como La isla del tesoro aunque ya "estuviese mayor", o llegar a decepcionarme ligeramente al leer un libro que había buscado durante tantísimo tiempo, para luego descubrir que lo que yo quería era el nombre y no El laberinto de la rosa.
Igual por todo esto que os he contado, cuando, hace un par de días, mientras yo hablaba apoyada en el quicio de la puerta, mi madre en un alarde de desastroso disimulo dejó caer los regalos junto al árbol, yo supe que aquel "plof" había sido un libro, un libro que aunque al principio no terminó de agradarme porque era distinto al resto de la colección, ahora he comprendido que tenía que ser así, no porque ya en ninguna librería tuviesen el clásico, el que hubiese podido comprar hace 4 años, sino porque este Harry Potter y las reliquias de la muerte, llega tarde pero a tiempo, llega para que los que ya no son esos niños lo lean pero disfruten como tales del final de la aventura, llega a una casa diferente, pero en la que quizás las cosas no han cambiado tanto, y me gusta.

viernes, 25 de noviembre de 2011

No es tiempo de rosas

No consiguió superar los cambios, quizás fue la presión, quizás la incesante y tranquila lluvia que lo arrastra todo, puede que el hecho de haber sido arrancada del lugar dónde hoy debería estar.

No consiguió superar los cambios y ahora, en lugar de brillar bajo su nueva luz, en vez de abrirse y llenar de color la habitación, inundarlo todo con su olor, se ha ido marchitando, llenándose de oscuridad y arrugas.

No consiguió superar los cambios, o quizá le faltaba una aspirina efervescente.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Políglota

Una tuvo la suerte de nacer en una ciudad que no existe y en la que la gente consigue entenderse (casi siempre) utilizando un sólo idioma.
Pues resulta que una, que además de todo es temeraria, decidió en algún momento que irse a estudiar en un idioma que no era el suyo, rodeada de gente que por inercia se comunica en otra lengua que no conoce, y tener que dar clases de otro más, que por supuesto no era el materno, era una idea estupenda. Bueno, de hecho no lo decidió, ni siquiera se le pasó por la cabeza más allá del primer idioma...
Y lo más gracioso de todo es que a la que le cuesta hacerse entender a veces es a una, que en su lengua "materna" incluye demasiadas influencias: una abuela castellana que se fue a vivir al norte para cambiar al sur y terminar conociendo al este a quién la llevaría al lugar en el que la criaron un padre que llegó a ser bilingüe pero con acento andaluz y una madre del terreno con el pack de expresiones típicas.
Y luego el aragonés, ese idioma que tan difícil es de explicar que no es un idioma, sino muchos dialectos, uno en cada uno de los pueblos en los que se habla, que no son todos, sino sólo algunos, pero que en casi todos a quedado un rescoldo en forma de expresiones y palabros del tipo 'concararse', indizcador' 'romancero' o 'estozolarse' con los que una se queda solísima cuando habla.
Y aún con todo una se las apaña para sobrevivir políglotamente.

jueves, 17 de noviembre de 2011

A 3 días

Nunca hablo de política. Quizás es una herencia familiar, recuerdo cómo de pequeña habré oído tantas veces un "niña, tú no digas de cuál eres" de mi abuelo, aunque supongo que muy efectivo no era, mayormente porque yo no tenía ni la menor idea de "de cuál era".
A veces pienso si este mundo será tan malo como para tener que andarse con cuidado en estas cosas, otras, me conformo pensando que simplemente es la rutina que ha quedado en aquellos que vivieron otros tiempos.
El caso es que nunca me había sido demasiado difícil evitar el tema, más que nada, porque yo nunca había pintado nada en él, ni voz ni voto, nunca mejor dicho.
Y ahora que me quedan tres días para estrenar democracia sigo como cuando niña, que no sé "de cuál soy" porque me niego a ser de nada y porque por suerte, tuve grandes profesores de filosofía que me enseñaron lógica, y aunque la pre-campaña pase, desde mi burbuja no se ve.
Pero ahora sé de verdad que algo está mal, que si no lo era ya, el mundo sí que se está volviendo peor, y me da mucha pena, me da mucha pena que quien siempre lo tuvo claro y me aconsejó no contarlo, hoy tenga que preguntarse de quién es realmente.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La importancia de importar

La primera vez que vi la tristeza en sus ojos no pude sino quedarme callada. Fue por aquel amigo con el que compartió un sueño y seguramente muchas otras cosas en su juventud, y al que poco después ese mismo sueño se llevó para siempre de la manera más tonta. Pude ver la pena en su mirada y noté como las palabras se agolpaban en un nudo en su garganta que no dejó pasar nada más que un "ya ves..." venido desde lo más profundo de la nostalgia.
Tuve miedo de que aquel pilar inamovible que lo había aguantado todo con firmeza, sin una sola grieta ni el más mínimo temblor, pudiese también quebrarse con según que golpes certeros.
La última vez que vi esa expresión, era yo la que había dado el golpe, y en lugar de devolverlo él lo encajó, aguantando todos aquellas cuchilladas húmedas de lágrimas que le lanzaba, intentando aparentar la misma solidez de siempre, pero con esa mirada que hace poco comprendí, es la que se te pone al saber que le has fallado a alguien que te importa.

lunes, 17 de octubre de 2011

Ilusiones, pellizcos y extremos opuestos

__Mi vida nunca ha sido demasiado interesante. Supongo que podría darse el caso de que a alguien se lo pareciese, pero sería la excepción. Una ciudad pequeña, pocas aventuras, pocas sorpresas... Nunca me ha pasado nada extremadamente malo pero tampoco extremadamente bueno, o quizás sí pero con el tiempo le he quitado importancia. Nunca casualidades o bromas del destino que merezca la pena recordar. Mis grandes aventuras, vivencias de ensueño, siempre fueron eso, fantasía, pura imaginación, ilusiones.
__Por eso me pellizco. Cada vez que una de esas cosas que jamás me pasarían a mí o que son de película me sorprende. Por eso rompí a reír mientras el jodido Murphy se burlaba de mí montado en un tren, o dos, o tres. Por eso a veces me preocupa despertar, o no hacerlo y que todo sea real. Y por eso a veces pienso si no será todo una ilusión, de mí que siempre me voy a lo peor, y a veces se cumple, pero nunca admitiré haber pensado en ello hasta entonces. Y puede que ni aún así.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Melendi Vs Andy y su colega

Mi vecina tiene una obsesión insana con Melendi. Cada sábado, desde navidades, pone el último disco. Algunos días, dos veces.
Pero hoy no es sábado, diréis. Ya, pero es que en vacaciones todos los días es fin de semana, y yo todos los días escucho las mismas 12 canciones.
El caso es que aparte de que Melendi debió de inspirarse en grupos como Fito & los Fitipaldis (por lo de tener una melodía y usarla en todas sus canciones) o Jarabe de Palo (estos tienen dos, la flaca y otra), pues eso, además de tener al menos tres canciones cuyo estribillo suena exactamente igual yo he descubierto que en una de ellas le rinde homenaje a Andy & Lucas (los grandes poetas que compusieron "En tu cocina/ tan prisionera de tu casa en la cocina").
Atentos

AVISO: el contenido que se muestra a continuación podría herir su sensibilidad. Y como el que avisa no es traidor, luego no vengais que si ¿por qué abrí yo esto?, que si me has dejado sordo de un oído... :P

Sobre el 3:25 o así empieza el estribillo de...
Si queréis ahorraros la espera, a partir del 1:15 o así

viernes, 19 de agosto de 2011

Politikon zoon

Aristóteles era un soso. Hay que entender esto, no es que el hombre fuese aburrido, es que no se mojaba.
Claro que tampoco era el filósofo más soso de la Antigua Grecia, para eso ya estaban los estoicos. Pero le faltaba la chispa de Platón: mundos de ideas eternas, carros tirados por pegasos, hombres mirando sombras en cavernas... ese tipo de cosas.
Entre los griegos, los epicúreos también tenían su atractivo. Pero si hay algo que le da más puntos a Platón, además de sus metáforas y su imaginación, son los amores platónicos (que digo yo que se llamarán así porque al estar hechos de ideas son inalcanzables, intangibles, inmutables y demás cosas que empiezan por 'in').
Pero volviendo a Aristóteles, hay una cosa en la que no se equivocaba (abstenerse tiquismiquis grecolatinos, ya me imagino que hay más de una), y es que el hombre es un animal social. Y yo soy la viva excepción que confirma la regla.