domingo, 8 de febrero de 2009

Historias de la vida real: Capítulo I

Hoy comienzo una saga de pequeñas historias sobre algunos conocidos, a ver si adivinan quienes son... Muahahahaha...


Érase una vez una chica medio friki que siempre estaba pensando en elfos, ogros, y demás bichos raros; escribía historias y jugaba a juegos del internete sobre estas cosas. También tenía un tic, cada vez que subía a un autobús lleno de gente, especialmente gente mayor; el olor a viejo hacía que su párpado se disparase y fuera de lado a lado del ojo. Por último os contaré su máxima cualidad, que hace muy difícil reconocerla: La chica podía poner cara de duende feliz y reírse como los malos de los cuentos.

Érase otra vez una enana con patas. Siempre decía cosas de las que luego se arrepentía, y después, o se enfadaba y se preocupaba demasiado, o se empezaba a reír poniéndose toda roja. También era una zoofila, aunque no lo admitía; da igual, ya lo admitíamos los demás por ella. Esta criatura cambiaba de forma, y a veces, aparecía con los dientes negros, lo que provocaba la puesta en marcha de todos los aspersores del reino. La cosa en cuestión, también era una cosa estresada, porque hacía música, y baile, y... ahhh...Qué sueño!!... La enana con patas tenía, como en toda buena historia, un enemigo mortal, que en este caso se llamaba: MATEMÁTICAS. Nuestra pequeña cosa luchaba incesantemente con ellas para conseguir saber la cantidad de años que faltan para que nazcan Luisa y María. Hay todavía un detalle que no os he contado, y es que en los viajes largos, la criatura tiene una necesidad indestructible de hacer pis, lo que manifiesta como: "I'm pipi, I'm pipipíí!!"



Érase una vez más una chica que veía cucarachas donde las demás personas sólo veían un váter. Esta chica además tenía unos gustos alimenticios un tanto extraños, a pesar de llevar bocadillos de jamón para almorzar, apartaba el jamón (que por cierto es del malillo. Sí, ¿que creíais?
¿que íbamos a dejar que se perdiese? no amigos, no, el jamón nos lo comíamos las demás) y disfrutaba comiéndose el pan encerrada en el baño. Tenía, como todos nuestros personajes, una habilidad innata para soltar las frases más absurdas en los momentos menos adecuados, pero se juntaba con más criaturas de su especie, por lo que no se notaba tanto (=P) Y bueno, ¿sabíais que los narradores también se cansan? Pues eso, que otro día sigo.

2 comentarios:

elcamaleón dijo...

No tengo ni la menor idea Kelna.Esperare el otro capítulo por si me fluyen las ideas.Un besico guapetona.

Anónimo dijo...

hola me gusta como escribes