lunes, 24 de agosto de 2009

El espíritu del pueblo

El mundo rural tiene algo, me refiero a los pueblos o aldeas de menos de 1000 habitantes, puede que en los más grandes también pase, no lo sé. Pero en un lugar con 50 habitantes en invierno y 300 en verano existe lo que he bautizado como 'el espíritu del pueblo'. Éste se apodera de ti poco a poco, puede que sin que te des cuenta, pero finalmente lo acabas notando, cuando ves que has cambiado el ratito de Internet por la partida de cartas, o descubres que te sabes la vida de todas las personas que hay en esa misma piscina o terraza...
Pero el espíritu del pueblo tiene otras cosas, como ver albumes de fotos llenos de recuerdos, recopilar trozos de una vida que hasta entonces no conocías, escuchar historias de miedo en noches de tormenta, descubrir aficiones secretas... y todo de personas que siempre han estado ahí. (ya os iré enseñando los descubrimientos)
El espíritu tiene sus fases, esto hace que si sólo pasas allí el verano no tenga tiempo de madurar totalmente, por lo que los autóctonos (hijos del pueblo en toda regla) sepan que eres forastero. Esto crea un contraste, que unas veces puede ser útil, y otras no tanto, como con las ''tías Marías'' esas mujeres autoctonías fácilmente reconocibles por frases del tipo "¡uy que moz@ estás!", "vosotros p'arriba, nosotros p'abajo", o la más peligrosa de todas "¿pero tú de quién eres?". Podrías pensar en contestar que no tienes dueño, o esquivar la pregunta; pero nada de eso funcionará, ellas terminarán sabiendo 'de quién eres' y encima te mirarán mal por no decirlo a la primera...
Por último, deciros que el espíritu del pueblo tiene efectos secundarios: ganas de repetir la experiencia, lenguaje autóctono, costumbres varias... Aunque quizás esto sólo pase en mi pueblo... O puede que sólo sea una excusa para volver al año que viene...

3 comentarios:

SubHatun dijo...

Me encantan los pueblos... saludar a cada persona que te cruzas por la calle, charlar con la tendera, el camarero... nunca hay prisa, siempre hay tiempo para charlar con cualquiera que te cruzas en el camino... el valor de la conversación, de las historias, de las tradiciones... ojala nunca se pierda

De no me pises que llevo chanclas:

Voy camino de la zapatería,
a comprarme unas chanclas para mí,
y me paro muy tranquilo a ver un escaparate,
y se me pone al lao una vieja con un roete;
yo no conozco a tu madre, ni a tu padre,
pero a tu tio sí, seguro que es familia mía.
Y me preguntaba otra vez;
Y tú de quien eres ?
De Marujita, le dije yo
Y tú de quien eres ?
De Josefita, le dije yo a la vieja.

alma dijo...

Kelna :))))

Estoy encantada de que hayamos vuelto. Tan encantada como el resto de tus tí@s abuel@s hatunes
;-)

En mi pueblo hay una variante de las conversaciones que protagonizan los hijos de los emigrantes. Se encuentran con alguien y pregunta con toda su cara dura ¿como estás?...De toda la vida si uno no es una tia maria no hace preguntas personales de ese tipo. Todo lo más, pa´onde vas hombre? o de onde viens ? y así uno puede no decir nada, osea vengo de ahí abajo y voy a dar una vuelta hasta allá alante... Estos americanos, que groseros;-)

Un besito chula. Acabo de llegar. Tengo muchas ganas de darte un abrazo

Kipling dijo...

¡Pero qué bien escribes, Kelna! :)